jueves, 20 de mayo de 2010

La particular naturaleza del espacio teatral. (1)

La particular naturaleza del espacio teatral.
Raúl Hernández Garrido
Dramaturgo.
Profesor de Comunicación Audiovisual. Universidad Francisco de Vitoria (Madrid.)

ESPACIO Y LÍMITES
En la portada de este ensayo, saludo a todos aquellos que fueron convocados a este lugar, Estrasburgo, Strossburi, Strasbourg, Straßburg, frontera y a un mismo tiempo centro. Lugar siempre en lucha por su propia definición, y que desde ese entre ser y no ser, al haber estado durante siglos en litigio, ha sido llamada para ser uno de las capitales de la Europa Unida. Reflexionemos, desde este tan peculiar centro, que como el de la esfera de Parménides es centro que está en todos los puntos de la circunferencia de la madre Europa, acerca de la naturaleza del espacio. Una naturaleza extraña a lo humano, y que sin embargo ha sido siempre reclamada por la cultura; tanto que desde que el hombre se hizo sedentario siempre se ha esforzado por dominar el espacio a través del lenguaje, llenándolo de nombres y cifras, de hechos y batallas, de celebraciones y recuerdos, de piedras y muros, de carreteras y rutas comerciales. La idea de límite, por otra parte, y de un límite que descentrándose juega a ser centro es algo que desde ahora quiero captar como piedra de toque de este artículo.
Quiero comenzar este juego de ideas con el relato de Franz Kafka acerca de Prometeo, que constituye una reflexión muy aguda acerca de ese carácter del espacio que es tan refractario a lo humano:


De Prometeo informan cuatro leyendas. Según la primera, fue amarrado al Cáucaso por haber revelado a los hombres los secretos divinos, y los dioses mandaron águilas a devorar su hígado, perpetuamente renovado.
Según la segunda, Prometeo, aguijoneado por el dolor de los picos desgarradores, se fue hundiendo en la roca hasta compenetrarse con ella.
Según la tercera, la tradición fue olvidada en el curso de los siglos. Los dioses lo olvidaron, las águilas lo olvidaron, él mismo lo olvidó.
Según la cuarta, se cansaron de esa historia insensata. Se cansaron los dioses, se cansaron las águilas, la herida se cerró de cansancio.
Quedó el inexplicable peñasco.
La leyenda quiere explicar lo inexplicable.
Como nacida de una verdad, tiene que volver a lo inexplicable.

De hecho, el relato, deseo por contar historias, no es sino el épico esfuerzo del hombre –esfuerzo casi desesperado por estar abocado al fracaso, esfuerzo en el que el hombre pierde siempre- para pensar dos conceptos irreductibles, el tiempo y el espacio. Intentando pensarse entre esos dos entes el hombre busca su lugar, aunque su existencia se vea sobrepasada por ambos, por tiempo y espacio. Triste y breve vida entre la ciclópea fortaleza del espacio y la inabarcable soberanía del tiempo. Uno y otro son indiferentes a la existencia y a la muerte de los hombres. Hombres que participan de espacio y tiempo, y que son parte de su tejido; espacio y tiempo que conforman a esos hombres que los habitan e intentan pensar esas entidades, para que al final esos a prioris acaben condenando, insensiblemente, sus tristes existencias mortales.


ESPACIO NARRATIVO / ESPACIO DRAMÁTICO
En el teatro se aúnan lo dramático con lo narrativo. Narrativo, en cuanto a diegético: se presentan una sucesión de hechos de forma ordenada, tanto jerárquicamente, en cuanto a más o menos pertinentes para la trama y el tema, como cronológicamente, en cuanto a que se marca un antes y después entre ellos; articulados los hechos a través de un proceso de enunciación. Dramático, en cuanto a que en el teatro se da la intervención fundamental de la mimesis, al ser el teatro un arte de representación, con lo que se separa aquí de las formas narrativas del relato, la novela y la épica.
Lo narrativo y lo dramático definen dos conceptos muy diferentes del espacio.
El espacio narrativo es el lugar donde se dan los sucesos y en donde tienen lugar una serie de circunstancias que permiten la instalación de los existentes principales: los personajes. Un espacio que permite que se den en él las funciones básicas de los personajes, en cuanto a representación de seres vivos que son. Y un espacio en el que se inscriben las circunstancias que determinan a los personajes: la existencia de la potencialidad del deseo y de un campo de acción para los personajes. En ese espacio además se permite que se den interacciones entre los personajes.
Espacio dramático: en el caso particular del teatro, a los puntos anteriores comunes a la narrativa, se suma el que el espacio sea lugar para la escena. Lugar para algo que se presenta para ser dispuesto como espectáculo. El espacio dramático es también encuentro físico entre espectador y el actor. Eso conlleva dos acepciones. La primera considera el teatro como lugar de encuentro social; con todas las implicaciones que con respecto a esta faceta ha tenido el teatro desde su mismo nacimiento (espacio de debate, espacio político, espacio de concienciación social, espacio de manipulación). La segunda acepción, es la de tomar el teatro -espacio que a su vez distingue dos lugares, el de la escena y el del espectador- como lugar de existencia, como lugar de presencias. De cuerpos que entran en comunión; ya sea simplemente por compartir un mismo lugar, o por además experimentar una serie de emociones comunes en ese lugar común.

En lo teatral hay continuidad de los espacios (el del espectador, el del espectáculo y el social que les abarca a ambos) y división de realidades. En ese espacio de coexistencia, en ese espacio en donde se pone en escena y se representa, de forma predominante lo que se pone en escena, lo que se representa, es la idea de frontera, de línea divisoria.
En este espacio se exige al espectador la pasividad ante la escena. Un espacio que fuerza al espectador a la inmovilidad física frente a la dinamicidad de la actividad intelectual. Y que en el otro lado de la línea divisoria marcada por el proscenio, frente al ojo del espectador -lo único que se le permite de forma activa al espectador es mirar- se dispone una escena en la que se repite una y otra vez la misma acción. Apariencia de acción, de libertad, pero en realidad, una acción que vuelve una y otra vez a empezar y a ser exhibida. En teatro se aspira, por parte de los actores, al acto único, a aquello que sólo es consigue alcanzar una vez. Se supone que todas las representaciones deben ser (o se desean que lo sean) diferentes. Pero este acto que se presenta como único es realmente un hecho fingido; está anticipado por las funciones previas, por los ensayos que lo han fijado, incluso por el texto que lo dicta o prefigura, y así construido está para volver a ser dispuesto en una función próxima.
Por otra parte, si en el espectador hay libertad en mirar, esa libertad se cierra a la visión de la escena. Se niega al espectador ver otra cosa. Y por ello, el espacio de la escena se marca, a través de señales que definen del espacio qué porción es la que debe ser objeto de la mirada, negando del espacio lo que está alrededor y no debe ser mirado. Se delinea este espacio permitido a través de indicadores como el arco del proscenio, la corbata, los arlequines, las patas, los telones. Un espacio marcado por la diferencia luz/oscuridad, que privilegia el lugar de la representación. Y que se define además por los rituales en que está inmerso el hecho teatral, y que llegan a condenar a aquél que no mire en la dirección adecuada.
También es discutible la libertad del espectador relativa a su ejercicio mental. Si hay una dinámica intelectual que se le permite al espectador, ésta está constreñida al universo representado. Ya sea a través de la corriente emocional, dirigida por las fuerzas dramáticas y por su capacidad de crear identificaciones, empatías y simpatías en el espectador. O ya sea por el despliegue de su discurso, y la capacidad que éste tiene de atravesar con sus argumentos la conciencia del espectador, al no permitir además en éste un ejercicio de respuesta, de interpelación o por lo menos, de defensa ante aquello que ve.

martes, 4 de mayo de 2010

PRESENTACIÓN DE ABRIERON LAS VENTANAS EN MADRID SUR

Presentación en la librería Fabula

Un hombre en fuga.

Una Mansión misteriosa.

Dos mujeres y un enigma.

Una historia de deseos oscuros y fantasmas.

JUEVES 6 DE MAYO. 19:30

www.libreriafabula.com

Avenida de Lisboa, 8
28924 Alcorcon

91 619 65 99


http://www.edicionesirreverentes.com/narrativa/AbrieronVentanas.htm